Hemingway, Melquisedec, Pancho Ibáñez y Cáleb
II.- "Cuando Abram venía de vuelta, después de derrotar a Codorlamor y sus aliados, les salió al encuentro el rey de Sodoma, en el valle de Save (que es ahora el valle del Rey). Entonces Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo. Melquisedec bendijo a Abram, diciendo: ‘Abram, bendito seas del Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra. Y bendito sea el Dios Altísimo, porque puso a tus enemigos en tus manos’. Y Abram le dio la décima parte de todo lo que llevaba" (Génesis 14, 17-20).
Melquisedec es un misterioso personaje de aparición única y sorpresiva, rey de un lugar ignorado, rey y sacerdote en una época donde ambas condiciones simultáneas no se daban, ofreciendo pan y vino en una simbología ajena al momento histórico. Lo esencial suele ocultarse al escribir casi desde que se escribe. Y a veces se revela.
III.- ¿Y de dónde surgió todo esto? "Todo tiene que ver con todo" (Ibáñez). A El viejo y el mar lo releí de casualidad, porque lo vi en casa de mis viejos. La historia del eclipse de dos posts más abajo también me parece hermosa; es decir, no como está escrita, sino la historia en sí, que es real, que me pasó: me encanta la anécdota. En ese estado de cosas, de pensar en la saga de Caleb a ir a releer Los asesinos, hay un solo paso. Y Melquisedec... de una u otra forma se aparece siempre.
IV.- Caleb es, esencialmente, incapaz de matar a alguien. "Mierda que estabas calzado", dijo examinando el fusil del hombre que yacía inconsciente por los golpes. Comprendió que estaban decididos a matarlo y sacó su 38, apuntó a la cabeza y disparó una vez.
V.- Sin embargo, qué bueno esto:
"Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o incluso un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino y como algo que otorgaba o negaba grandes favores, y si hacía cosas perversas y terribles era porque no podía evitarlo. La luna, pensaba, le afectaba igual que a una mujer".
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"El pez es también mi amigo. Jamás he visto ni oído de un pez así. Pero tengo que matarlo. Me alegro que no tengamos que tratar de matar las estrellas. Imagínate que cada día uno tuviera que matar la luna. La luna se escapa. ¡Imagínate que uno tuviera que matar diariamente el sol! Nacimos con suerte".
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"Debiste haber traído muchas cosas. Pero no las has traído, viejo. Ahora no es momento de pensar lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay".
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"Ojalá no tenga que volver a pelear. Ojalá, ojalá que no tenga que volver a pelear".
(Ernest Hemingway, El viejo y el mar).