azulejos y cerámicas
Un poco más calmado, Cáleb miró a un lado y otro del pasillo, entró al baño de azulejos celestes en las paredes y pisos de cerámica de color ladrillo y se dirigió al mingitorio de la derecha. Los gabinetes de los retretes quedaron a su espalda cuando vio a dos operarios en cuclillas junto a ellos, con una caja de herramientas metálica sobre una pequeña montaña de escombros. "Pasame la widia", dijo uno. Cáleb giró y le pateó brutalmente la cabeza, que golpeó contra la pared y comenzó a patear sistemáticamente al otro, en las costillas, en la boca, en el abdomen, repitiendo en voz baja: "Tomá la bidia, acá tenés la bidia". Levantó las Taurus que los hombres no alcanzaron a usar; "qué basura", dijo mientras las tiraba por el ventilete de vidrio esmerilado al hueco de aire y luz. Pensó que orinar a los hombres ahora casi inconscientes sería un mensaje adecuado. Cuando dejó el baño pensó que cada vez tenía menos descanso y recordó sonriendo que la espantosa combinación de azulejos celestes y cerámicas ladrillo era la que hubiera elegido de niño.